¿Qué es y cómo funciona un supercargador?

Es uno de los métodos más usados para incrementar la potencia, sobre todo de motores grandes.

EN el pasado reciente abordamos el tema de los turbocargadores, y aprendimos que gracias a un par de turbinas son capaces de ingresar una mayor cantidad de aire y oxígeno al motor para entregar más potencia y torque. Hoy toca el turno al supercargador, cuya finalidad es la misma, aunque con una mecánica diferente.

Primero debemos de entender que este aditamento es un compresor de aire que pretende, como su nombre lo indica, ingresar más aire al motor, para así tener una mayor capacidad para quemar combustible, aumentando así la potencia de salida de la fuente de poder.

Existen dos tipos principales de supercargador, pero el principio es básicamente el mismo. El primero es el Roots y es el más conocido por la mayoría, pues se coloca por encima del motor y se conecta con una cadena o banda al cigüeñal, la cual, con cada giro, hace que un par de rodillos con aspas internas compriman el aire para que llegue al motor.

El segundo es el supercargador centrífugo, que también tiene que ir conectado al cigüeñal, pero este es más compacto y tiene una forma similar a la de un turbocompresor, aunque el principio es básicamente el mismo.

En ambos casos la inducción forzada busca ingresar grandes cantidades de aire, en algunos casos, hasta 2.5 litros o un poco más por cada giro completo de la polea. Esto otorga una gran ventaja, pues al estar conectado directamente al también conocido como “Damper” (polea del cigüeñal) la entrega de la fuerza es inmediata y no hay que esperar por la carga de gases como en el caso de turbo, efecto mejor conocido como “lag” o retraso.

Una de las grandes desventajas es que precisamente es un elemento que no es gradual, pues desde bajas RPM entrega la fuerza al quemar combustible, lo que evidentemente eleva el consumo de manera considerable.

Otra “desventaja” es el ruido que este alimentador genera, aunque en realidad a muchos nos parece algo encantador. Se trata de una especie de silbido que se va agudizando, algo muy característico de este elemento de inducción.

Es ahí donde surge la eterna pregunta: ¿Qué es mejor un turbo o un supercargador? La respuesta seguramente no te gustará, pero es: depende. Y es que la realidad es que el supercargador es usado en motores más grandes (V8, comúnmente) y regularmente para carreras cortas, otra vez, por la entrega inmediata de fuerza.

El turbocompresor suele ser más gradual, beneficiando el consumo  de combustible pese a tener un bloque de bajo desplazamiento y sin sacrificar, pues también pueden mejorar a grandes rasgos los números de la fuente de poder, aunque habrá que esperar un poco para ver los resultados. Así que dependerá del uso o propósito que se le quiera otorgar al vehículo.

En la actualidad hay vehículos de serie que ofrecen un turbocompresor, aunque evidentemente no son económicos. Un ejemplo es el Dodge Challenger SRT Hellcat Redeye con 797 caballos o el más reciente Ford Mustang Shelby GT500, con precios de 1´768,900 y 2´300,000 pesos, respectivamente.

El futuro ya desarrolla compresores de aire eléctricos, tanto en el caso de los supercargadores, como en los turbocargadores. En ambos casos, la respuesta y aprovechamiento de la fuerza será más eficaz, aunque se eliminarán los ruidos característicos de estos elementos, algo que suponen que es una buena idea.

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